A la hora de aislar un edificio, como comentamos en el anterior post sobre “Materiales de construcción sostenibles e innovadores”, no solo solo hay que tener en cuenta los materiales, sino también el clima en el que nos encontramos.

Los requerimientos son distintos en un clima húmedo que en uno seco, también el frío y el calor influyen mucho en la elección (en la medida de lo posible) de la orientación y de los materiales de aislamiento a elegir.

Por ejemplo, para un clima frío y lluvioso, las paredes deben ser gruesas. En este caso, un ejemplo de un buen material para combatir el frío dentro de la vivienda, sería la madera. Es un gran aislante térmico, concretamente quince veces superior al hormigón. Además, nos ayudaría también a aislar los ruidos del exterior.

 

 

Puertas de madera maciza y unas ventanas con cierre hermético nos ayudarán también a proteger la vivienda del frío y la humedad de la lluvia.

Una buena orientación en clima frío sería la sur, que nos permite aprovechar al máximo las horas de sol durante todo el año.

Para un clima cálido sin embargo, la mejor orientación sería la sureste, recibiendo la radiación solar directa únicamente por la mañana y a partir de mediodía el nivel de radiación disminuiría.

También en climas cálidos o mediterráneos podríamos sustituir la madera por la piedra, uno de los mejores materiales para mantener la casa fresquita en verano.

 

 

Naturalmente estos datos son orientativos. Habría que realizar un estudio completo de las características de la zona, el clima y el uso de cada edificación (vivienda, oficina…) para poder realizar un proyecto adaptado a sus propias necesidades.